Resumen:
En nuestro país, la producción promedio nacional de soya es de 1 713 kg ha-1 (SICA, 2002), valor que se considera bajo si se tiene en cuenta el alto potencial rendimiento que poseen las variedades del INIAP actualmente liberadas, las cuales a nivel experimental en la Cuenca Baja del Río Guayas alcanzaron de 4 500 a 6 200 kg ha-1;
Sylvester (1999), manifiesta que en Estados Unidos, Brasil y Argentina obtienen rendimientos promedios de 2 200, 2 300 y 2 100 kg ha-1 respectivamente En el país las zonas tradicionalmente productoras de soya se localizan en la parte alta y baja de la Cuenca del Río Guayas. La primera zona, conocida como la Zona
Central, está comprendida por El Empalme, Buena Fé, Quevedo, Valencia, Ventanas etc., se caracteriza por tener elevada heliofanía, alta precipitación durante la época lluviosa y buena retención de humedad en los suelos, lo que permite realizar la siembra de soya en la época seca, con rotación de cultivo, después del cultivo de maíz o arroz, aprovechando la humedad remanente de los suelos (Guamán, 2005).Las principales prácticas culturales a ser observadas en el desarrollo del cultivo son: época de siembra recomendada para cada región de producción, la elección de cultivares más adaptados para esa región, uso de espaciamiento entre hileras y densidades adaptados, monitoreo de plagas y enfermedades y una reducción al
mínimo de pérdidas en el rendimiento. (Ritchie et al., 1994, citado por Sichmann, 2002). Cuando se utiliza una población de soya no adecuada como por ejemplo: altas poblaciones en suelos húmedos, las plantas crecen demasiado produciéndose un
volcamiento prematuro y una disminución de los rendimientos (Costa et al., 2002); en cambio cuando se utiliza bajas poblaciones y suelos con poca humedad, las plantas tienen menor desarrollo, baja altura de carga y presentan problemas de competencia con malezas. Existe un incremento de la productividad con un aumento
de la densidad, sin embargo, la densidad poblacional debe ser la adecuada, pues si se
sobrepasa el límite poblacional la productividad decrecería (Dunca et al., 1978, citado por Sichmann, 2002), por otro lado menor densidad produce plantas pequeñas, menor competición contra malezas y mayores pérdidas en la cosecha (Câmara, 1998, citado Sichmann, 2002).
