Abstract:
El efecto de la globalización en la agricultura ha impulsado la generación de nuevas actividades productivas llamadas no tradicionales . Dentro de este contexto, la producción de hongos comestibles se ha desarrollado crecientemente en muchos países de América Latina. Entre ellos el Ecuador, donde tres empresas se disputan el mercado nacional: Invedelca, acaparando el 70% del mercado ecuatoriano y llegando con su producto a 27 ciudades; seguido por Kennet con el 27% y Chaval con el 3% (Gonzáles, 2005).
El abasto deficiente de alimentos de alta calidad nutritiva y sensorial al alcance de la población es un problema de principal importancia en países en desarrollo. En vista de los problemas económicos, políticos, sociales y técnicos que existen para satisfacer los requerimientos de nutrientes vitales, las investigaciones de los últimos años se han enfocado a la diversificación de fuentes nutritivas, poniendo especial atención a la proteína de origen fúngico (Paredes, 2000).
Los hongos comestibles poseen un sabor exquisito y el contenido de proteínas, vitaminas y minerales los hace un excelente alimento. Existe una gran cantidad de hongos comestibles; entre los más importantes se encuentran: Agaricus bisporus (champiñón), Pleurotus ostreatus (seta) y Lentinus edodes (shii-take) (Paredes, 2000).El champiñón es rico en proteínas, minerales y vitaminas necesarias para el desarrollo saludable del hombre como es la tiamina (B1), riboflavina (B2), ácido ascórbico (vitamina C), ergosterina (pro-vitamina D2) y la biotina (vitamina H). También contiene un importante nivel de ácido fólico, escaso en las hortalizas, y que puede estimular la curación de la anemia. Un kilogramo de hongos secos contiene tanta proteína como un kilogramo de carne de vacuno según Muñoz (2007). La producción de champiñones en el Ecuador alcanza los 1,6 millones de kilogramos al año y el consumo promedio por persona es de 160 gramos cada 12 meses, siendo en comparación con los promedios correspondientes a los vecinos de la región, donde llega a los 400 gramos per capita anuales. Eso explica, según Gonzáles (2005), por qué en el país la carne y el pollo son más económicos que los hongos. Un kilo de carne cuesta $2,60 (para ocho personas) mientras que una bandeja de 454 gramos de champiñón se expende en $2,58 (para seis personas). "El champiñón tiene los mismos nutrientes de la carne", concluyó Gonzáles (2005).Debido a la demanda creciente de hongos comestibles tanto a nivel nacional como internacional es necesario que las empresas dedicadas a este cultivo busquen nuevas y mejores oportunidades para competir, una de ellas, es el de aumentar su calidad y rendimientos aplicando mejores controles contra las plagas del cultivo en especial sobre los dípteros esciáridos que son los principales limitantes de estos factores, por su daño directo e indirecto sobre el cultivo.
